Me encanta desarrollar un videojuego (si lo que yo hago se puede llamar
videojuego, claro) y utilizarlo para intentar que el alumno aprenda,
pero las actualizaciones de los navegadores a veces chocan con el código
y ¡zas!, ya tienes obsoleto el juego, y si pretendes revisarlo para ver
si puedes encomendar el estropicio ¡Zas!, el motor que utilizas para programar el juego también se ha actualizado a una nueva y maravillosa
versión con un sin fin de nuevas mejoras. Mejoras que conllevan que algunas de las funciones que has llegado a entender (con mucho esfuerzo) se han deshabilitado y ya no están activas; menos mal que se han cambiado por otras más ventajosas (eso dicen), y para añadir alegría al momento, aparece un listado importante de novedosas funciones desconocidas... pero por qué preocuparse, solo hay que volver a desaprender lo viejo y aprender lo nuevo... en un nuevo entorno que también los diseñadores han decidido bondadosamente cambiarlo para facilitar el manejo del motor... No pasa nada, eso se resuelve con unas pocas (y locas) semanas formativas (otra vez) para aprender cómo hacer con lo de ahora lo que yo sabía hacer con lo de antes... y mientras pienso en ello, veo un viejo parchís que mis padres me regalaron cuando era pequeño. Más de cuarenta años y ninguna actualización, sigue pudiéndose utilizar, sin problemas. Y si mis hijos llegan a tener descendencia, lo podrán utilizar de la misma forma que lo hice yo cuando tuve 8 años.
Esto nos pasa a todos aquellos que queremos utilizar aplicaciones o crearlas. Se vuelven obsoletas, desaparecen, y cierto es que, intentando no quedarte atrás, vas adquiriendo nuevas competencias digitales a golpe de necesidad y mucha agobiante presión cronométrica. Por esa razón, me atrajo la idea de fijarme en los juegos de cartas y tablero. Además, cuando reflexioné sobre el abuso de pantallas en el que se puede caer, si no se planifica correctamente su incorporación dentro del aula y de la forma en la que se puede utilizar el ABJ (Aprendizaje Basado en el Juego), encontré en él un aliado increíble a tener muy en cuenta. Pensé que su extraordinario poder no solo está en la diversión y en la posibilidad de cambiar de aires metodológicos, sino que puede utilizarse muy convenientemente para aprender cualquier asignatura y además aprovechar la oportunidad que ofrece su puesta en marcha para practicar el aprendizaje de las competencias de aprender a emprender. De ahí que no pude evitar dedicarle un tiempo para reflexionar sobre todo esto. De ahí que acabé una propuesta reflexiva y ejemplificadora de 233 páginas "Aprendizaje Basado en el Juego para aprender a aprender y aprobar cualquier asignatura en cualquier curso" que acompaña al ABJ de metacognición y aprendizaje de las competencias de aprender a aprender. Una de las 14 propuestas presentadas que aparecen en el cuaderno está esta que, a mí personalmente, me encanta: "Caperulista y el mentiroso lobo feroz".
En este
juego los alumnos por grupos deben elaborar tarjetas de verdades y
mentiras con las cartas de lobos a partir del temario utilizado por el profesor en la docencia de esa unidad o de los propios apuntes generados por el alumnado a partir de la "recogida de apuntes con libro cerrado", y una vez elaboradas las cartas del juego (aunque también puede hacerlas el profesor) se juega a ver qué grupo es capaz de llevar las "alubias salvajes" a la abuela sin terminar en la panza del lobo.
Un juego muy divertido y muy efectivo para aprobar el examen final. Confirmado. Puedes bajarte el capítulo entero del cuaderno en pdf aquí:
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